
Muchos de quienes me escucháis tenéis ya vuestro propio negocio, o al menos soñáis con tenerlo y, en algunos casos, por lo que me llega, existe una cierta sensación de bloqueo, o de sensación de que no te puedes mover de donde estás, de un trabajo que no te aporta o en un lugar en el que no te apetece estar. Para casi todo hay una solución y como el movimiento se demuestra andando, voy a tratar de dar respuestas a esas preguntas más habituales a la hora de conseguir un negocio que puedas llevar a cabo desde el medio rural… O desde donde te de la gana.
A lo largo de la trayectoria de ‘Emprender en el pueblo’, desde septiembre con el acompañamiento de AlmaNatura, me he referido en varias ocasiones a temas relacionados con los negocios rurales, además de contar experiencias de personas que ya lo hicieron. En el primer capítulo, allá por el 8 de marzo del año pasado, daba algunos toques respecto de los negocios rurales, aunque también hablaba de la vivienda, la actitud y algunos temas que consideré y sigo considerando importantes. Por si quieres apuntar, también te puede resultar útil el séptimo capítulo, de aprendiendo a emprender con un emprendedor compulsivo; el décimo, sobre el método Lean Startup, el mejor método que existe para desarrollar negocios sin buscarte la ruina. Hay un capítulo, el más escuchado de todos, con 25 negocios para emprender en un pueblo, por si necesitas ideas; en el décimo noveno, con Dani Serrano, hablamos de negocios digitales para vivir en tu lugar de vacaciones. Ya esta temporada, con Juanjo Manzano y Teresa Suárez hablamos de cómo adaptar una idea de negocio para tener éxito en el medio rural; fue el séptimo capítulo de esta segunda temporada.
¿Tienes un negocio? ¿No lo tienes?
La primera pregunta, no me voy a entretener mucho, es si tienes un negocio o no lo tienes. Si lo tienes, pasa al siguiente nivel. Y si no lo tienes, es imprescindible que te preguntes para qué quieres tener un negocio. ¿Se trata de trabajar un poco menos? ¿De tener tiempo para tu familia? ¿De ganar más dinero? Si tu motivo es alguno de estos tres lo más probable es que te estés metiendo en un lío. Es una labor de muchos años poder permitirte trabajar menos, tener más tiempo para tu familia y ganar más dinero. Pregunta a cualquier autónomo de tu entorno para ver si alguna de estas premisas se cumple y si para él o ella se cumplen, al menos dos, pregúntale cómo lo hace.
Te cuento mi caso personal, muchos ya lo conocéis. Mi último negocio fue un establecimiento físico en el que me sentía atrapado, pasaba ahí más de 70 horas a la semana, vivía en un pueblo al que solo iba a dormir y veía a mi familia a la hora del desayuno, con suerte. Tengo que decirte que he salido ganando con el cambio porque ahora trabajo desde casa y les veo más, pero trabajo más que antes. Soy libre de elegir mi horario en el sentido de que decido si trabajo más de noche o más de madrugada, el dinero que gano me cunde muchísimo más, pero dista mucho de una vida bucólica, aunque no me pueda quejar. En esa línea te recomiendo leer a Byung-Chul Han, filófoso y ensayista surcoreano y su libro titulado “La sociedad del cansancio”, en el que habla de cómo nos autoexplotamos y por qué. Lo dejo en la descripción. Por supuesto. Si para ti, el montar un negocio nace de la motivación de vivir donde quieres vivir, sabes que habrá inconvenientes pero no te importa y has entendido que en el medio rural nadie regala nada, sigamos.
La digitalización, nuestra gran amiga. Estamos en el mejor momento de la historia para vivir en el medio rural. Da igual desde donde escuches esto. Piensa si no en los negocios que eran viables en el medio rural hace 20 años y revisa lo que podemos hacer ahora. Hemos pasado de sociedades agroganaderas, cada una adaptada a su entorno: porcino, ovino, vacuno, cereal, olivar, almendro, huerta… A poder recitarte, solo de casos que me vienen ahora a la cabeza, 100 tipos distintos de negocio. Y lo que lo ha hecho posible es Internet. Si tienes 5 megas de conexión puedes tener un negocio digital. No cualquiera, no todos, pero sí muchos. Y podrás generarte un puesto de trabajo que hace, no 20, sino 10 años o incluso menos, ni siquiera existía.
Hay personas que me dicen que no todo se puede digitalizar, pero se equivocan. Todo negocio es digitalizable al menos en dos de las cuatro facetas de un negocio. Podemos digitalizar la captación de clientes, a través de las redes sociales, por ejemplo; podemos digitalizar nuestro canal de venta, mediante una tienda online; podemos digitalizar los procesos mediante software informático y, en el peor de los casos, lo único no digitalizable sería la producción. Te voy a poner un ejemplo algo extremo de lo que digo. Una ganadería digital. Sí, has oído bien, una ganadería digital. Te voy a contar su historia. Ricardo es ganadero por tradición familiar y en los inicios de Internet montó una agencia de viajes online con la que acabó teniendo bastante éxito, pero la ganadería es lo que más le tira. ¿Cómo digitalizar una ganadería? Obviamente los terneros no pueden ser digitales (aún), pero sí se puede digitalizar la captación de los clientes, mediante redes sociales y publicidad en Internet; y se puede digitalizar el proceso de venta. Pues bien, Ricardo, que cría ternera ecológica, abrió dos carnicerías, ¿puede haber algo menos digital que una carnicería? Y trabajó buscando por toda España productores de carne ecológica y de pasto, tanto de ave como de cerdo y vacuno. Hoy sus carnicerías preparan los pedidos para un comercio electrónico pujante, que se llama Carnísima y para el que le cuesta encontrar proveedores porque hay muy pocos y sus ventas no dejan de crecer.
Te presento otro negocio imposible de digitalizar. Roger Hostalot, otro emprendedor rural, tuvo la idea de vender asados preparados a baja temperatura. Cualquiera de nosotros pensaría en aquellas tiendas en las que comprábamos pollos alast, con filas en la puerta los domingos y días de fiesta… Pero él quería un negocio digital. ¿Alguien que hace asados a baja temperatura puede digitalizar su negocio? El caso de Roger es interesante por dos motivos, el primero es el de digitalizar un negocio de asados y el segundo por cómo lo hizo. Pensarás que necesitaba construir un obrador, cumplir con un montón de permisos de sanidad, etc, etc. Pero no, lo que hizo Roger fue llegar a un acuerdo con un carnicero, que le proporciona las carnes y el espacio de trabajo, mientras que él se ha dedicado sobre todo a desarrollar una página web accesible y a atraer público hacia ella. Hoy tiene un negocio rentable con la inversión casi exclusiva de un portal web que se llama Elasadorentucasa.es que está haciendo que en cientos de hogares no haga falta darse una paliza en la cocina cuando llegan las celebraciones. Tanto el caso de Ricardo como el de Roger están en la descripción del capítulo, por si quieres echar un ojo a sus proyectos. Te traigo estos dos ejemplos porque se trata de negocios muy tradicionales y, aparentemente, imposibles de digitalizar. Pero se puede. Y puede funcionar.
Te nombro de pasada aidazamora.com, puesto que Aida y José Ángel pasaron por aquí hace poco. Si no les conoces puedes escuchar su historia en el capítulo número 22 de esta misma temporada. Nuestro protagonista de la semana pasada, Pedro Vázquez, de aprendeguitarra.es, también es un gran ejemplo de cómo digitalizar un negocio.
¿Cómo empezar a digitalizar si yo no sé nada de tecnología? Si quieres digitalizar un negocio, aunque no sepas mucho de tecnología, no pasa nada. De hecho digitalizar es más una cuestión de procesos y de forma de hacer las cosas, que de tecnología. Obviamente será deseable que aprendas a hacer todas las cosas que implica tu negocio para ir delegándolas con el paso del tiempo y ocuparte exclusivamente de aquello que genera valor. A lo mejor no te lo crees, pero no pasa nada, te lo voy a explicar:
En los negocios antes de la digitalización tú empezabas un negocio y lo hacías basado en un producto o servicio, que tratabas de hacer lo mejor posible y luego salías a vender. Es decir, la mayor parte del esfuerzo económico y de tiempo iba a diseñar un producto con claras ventajas sobre el de la competencia. A veces se conseguía y a veces no. Ahora, gracias a la información que nos proporcionan las herramientas digitales el foco principal se centra en identificar a nuestro cliente y dar forma a nuestro producto en función de sus intereses. Te pongo el ejemplo a la inversa con algo que todos conocemos muy a fondo. Tú llegas por fin al pueblo en el que quieres vivir y has decidido que vas a coger el bar del pueblo. Se trata de un pueblo de 200 habitantes en una zona agrícola y tú vas a llevar el único bar. Has decidido que el bar necesita una reforma integral porque tú has visto que en tu antigua ciudad lo que funcionan son las cafeterías cuquis, me lo invento; inviertes unos 120000 euros en dejarlo a tu gusto y abres ahí para los paisanos un local a la última. Nada puede fallar, porque tú has visto que es lo que se lleva en tu antigua ciudad y seguro que ahí también funciona. Así, dicho a lo bruto, es como se montaban antes los negocios. Tú tenías un producto en mente, lo llevabas a cabo y luego tratabas de vender ese producto o servicio explicando por qué era la mejor opción. Lo que nos dice la experiencia es que antes de invertir ni un euro debemos conocer a nuestro cliente potencial, preguntarnos si quiere un bar (que será que sí) y para qué lo quiere, si para tomar café y jugar la partida, para ir a comer los domingos con la familia… O si es una zona de paso de turistas con escasa oferta hostelera, que también puede ser. Con toda esa información, caracterizado tu cliente tipo, abres el bar como esté, si acaso con una mano de pintura. Se trata de que vayas orientando tu negocio a lo que te pidan tus clientes. Un día pruebas a hacer pizzas, son un éxito y muchos de tus clientes empiezan a pedirte pizzas, incluso con el tiempo viene gente de otros lugares a comer tus pizzas. Bien, vas por buen camino. Traes cervezas artesanas para los visitantes del fin de semana y lo que te piden todos es la barata de barril, pues por lo que cuestan unas cervezas sabes que eso no funciona. Un día decides hacer bollería sin azúcar, sin gluten y con cacao puro al 99%, lo pones en el mostrador y solo vendes una porción, al día siguiente ninguna y al otro ninguna. Con lo que cuesta hacer unos bizcochos has averiguado que allí no quieren una cafetería cuqui. Este ejemplo tan simple de los bares me sirve para ilustrar la importancia de, primero, identificar a tu cliente. Y después, todo lo demás.
Esto es una parte del famoso método lean startup del que soy ferviente defensor.
Una vez que tienes caracterizado a tu cliente piensa, ¿qué soluciones puedo aportar yo a esos problemas inmediatos que tiene? Las soluciones pueden ser digitales o analógicas. Pero piensa una cosa, ¿quién podía imaginar que sería normal ir a la consulta del psicólogo sin moverse de casa? Debes enfocarte en resolver, dentro de tus capacidades, el mayor problema que tenga tu cliente tipo.
Otro paso: observa muchísimo a tu alrededor. Muchas veces tratamos de buscar una gran idea de algo que no está inventado y los mayores exitazos se encuentran en otra manera de hacer las cosas. Hay una gran frase, que no sé de quién es pero uso constantemente: no inventes la rueda, mejórala. Hace poco conocí a un emprendedor que se propuso innovar en algo tan antiguo como los mapas. ¿En los tiempos de los gps haciendo mapas? Como montañero que es se dio cuenta de que los mapas, incluso los mejores, con el uso se estropean. Y si llueve ni te cuento. Centró su búsqueda en contrar materiales y tintas con la máxima resistencia. El resultado fue unos mapas de tela con una tinta que ni se borra ni se estropea, que se pueden lavar y sobre los que se puede dibujar. Ha conseguido que dos de las grandes empresas fabricantes de mapas para la montaña adopten su estándar de mapas de tela.
La siguiente recomendación, muy vinculada con la primera, es que uses la creatividad, el famoso pensamiento lateral, en definitiva, ver los problemas y sus soluciones con otros ojos. Salte de la caja. Conozco a un chico, Jorge, de veintipocos años, que estando de Erasmus, se dio cuenta de que no podía hablar y ver a su abuela todo lo que quería porque ella, muy mayor, no sabía usar las videollamadas y necesitaba que siempre hubiera alguien con ella. Tantas eran sus ganas de hablar con su abuela que se puso a buscar un teléfono que ella pudiera utilizar sin demasiados problemas. Pues bien, se dio cuenta de que el producto no existía y todo eran dispositivos estándar con alguna adaptación. Así que Jorge, al darse cuenta de que aquello no existía y que resolvía un problema de mucha gente, inventó Maximiliana, el primer teléfono completamente diseñado para las personas mayores, para que puedan hablar mediante videollamada con solo darle a un botón. Hoy Jorge Terreu tiene un empresón en ciernes, que ya ha levantado varias rondas de financiación y llamado la atención de empresas tecnológicas de todo el mundo.
Solucionar viejos problemas de una manera novedosa es una muy buena manera de encontrar negocios rentables y de futuro. En los años 60 del siglo XX se pensaba que habría aviones cada vez más rápidos que nos harían cruzar el planeta en unos cuantos minutos, que exploraríamos otros mundos… Y lo que terminó pasando es que nosotros seguimos sin movernos pero viaja la información, lo cual es mucho más barato y eficiente. Aunque no podamos viajar a otras estrellas podemos verlas como si estuviéramos ahí. Este cambio de paradigma y gran avance implicó repensar los viejos problemas para encontrar mejores soluciones.
Hay un último paso en esto, que es destaca sobre tu competencia. Simplemente te diré que si solucionas un viejo problema de un modo nuevo tus posibilidades de destacar se multiplicarán por mucho.
Te lo voy a resumir todo en pasos para terminar:
1.- Ten claro que emprender es lo que quieres, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Sin idealismos, pero también sin dramas.
2.- La digitalización es nuestra amiga, la que nos permite tener negocios súper rentables en lugares que parecían imposibles. Y no, no necesitas ser un gran experto o experta en tecnología. La digitalización no es tecnología, son procesos.
3.- Identifica a tus clientes potenciales, estés donde estés. Y piensa en lo siguiente: ¿Cuál de sus mayores problemas eres capaz de resolver. Si les vas a ahorrar tiempo, les vas a ahorrar dinero o a hacerselo ganar, si vas a aliviar sus mayores frustraciones… Pero para eso debes conocerles muy bien. ¿Cómo? Preguntando. Cara a cara, mediante formularios de Google u obteniendo respuestas de los test que hagas aprovechando las redes sociales que seguro que tienes.
4.- A la hora de resolver un problema a tus clientes potenciales piensa fuera de la caja. Busca problemas antiguos que pienses que no están bien resueltos y simplifica su solución todo lo posible,
5.- Último: no te olvides de disfrutar del camino y pedir ayuda si lo necesitas. Ha sido un placer pasar estos minutos hablando contigo.